Más he aquí que toco una llaga: es mi memoria.
Duele, luego es verdad. Sangre con sangre
y si la llamo mía traiciono a todos.
Poema "Memorial de Tlatelolco" de Rosario Castellanos.
“La oscuridad engendra la violencia y la violencia pide oscuridad para cuajar el crimen perfecto.”
El 2 de octubre de 1968, la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco fue testigo de una de las masacres más dolorosas en la historia de México. En una noche teñida de sangre y silencio, cientos de estudiantes, obreros y civiles fueron brutalmente reprimidos por el gobierno mexicano. Protestaban por libertad y justicia, pero sus voces fueron acalladas por las balas. Lo que empezó como un movimiento pacífico terminó en una tragedia que no debe ser olvidada, un crimen que sigue clamando por luz y verdad.
“¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.”
Rosario Castellanos, en su poderoso poema Memorial de Tlatelolco, plasma la sensación de vacío y desolación que siguió a la masacre. En esas líneas se refleja el dolor de un pueblo al que intentaron arrebatarle la memoria. Pero, como la poeta advierte, el olvido no puede ser una opción. Es nuestra responsabilidad no permitir que la sangre de quienes lucharon por un país más libre quede enterrada bajo la indiferencia. Su ausencia aún duele, su sacrificio aún retumba, y su legado nos recuerda que la memoria es la primera resistencia frente al olvido.
“La memoria no se rinde. Acepta la piedra, acepta la ceniza, acepta el tiempo.”
Preservar el recuerdo de lo que sucedió el 2 de octubre no es solo un acto de justicia histórica, es un acto de lucha vigente. Las generaciones que no vivieron ese día tienen el deber de mantener viva la llama de la verdad. La masacre de Tlatelolco sigue siendo una herida abierta en el corazón de México. Mientras la justicia permanezca ausente, el eco de ese día seguirá presente en cada protesta, en cada voz que exige un México más justo, más libre.
“Pero alguien conserva aún el fulgor de esa tarde…”
A 56 años de aquella tragedia, el 2 de octubre sigue resonando como un grito en nuestras conciencias. No olvidamos a los caídos. No olvidamos que murieron por demandar justicia, libertad y dignidad. Sus nombres, sus rostros, su causa siguen vivos en la memoria de un país que se niega a permitir que la oscuridad y la violencia borren su historia. La lucha continúa, porque la memoria no se rinde. No olvidamos. No perdonamos.
Leer el poema completo en: https://terceravia.mx/2018/10/memorial-de-tlatelolco-poema-de-rosario-castellanos/