Nota especial para “Joyas Instrumentales”: Esta semana, el mundo de la música ha perdido a una de sus voces más cálidas y luminosas. Chuck Mangione, fliscornista, compositor y figura clave del jazz contemporáneo, falleció a los 84 años en su casa de Rochester, Nueva York, mientras dormía tranquilamente. Su partida marca el cierre de un ciclo lleno de creatividad, emoción y cercanía con el público.

Con una carrera que abarcó más de cinco décadas y una treintena de álbumes, Mangione supo conquistar el corazón de millones gracias a su estilo inconfundible, donde la sutileza del jazz se fundía con la calidez del pop instrumental. Su mayor éxito, “Feels So Good” (1977), no solo se convirtió en un clásico de la radio, sino en un emblema de todo un sentir: el de vivir con música que acaricia el alma.
Pero Chuck Mangione fue mucho más que una canción famosa. Su legado incluye composiciones que acompañaron eventos históricos como los Juegos Olímpicos de Montreal y Lake Placid, y piezas galardonadas con dos premios Grammy. Su música no solo fue celebrada por la crítica, sino abrazada por generaciones que encontraron en ella una fuente de consuelo, esperanza y alegría.

Más allá del escenario, Mangione era un hombre profundamente humano. Tras sus conciertos, solía sentarse en el borde del escenario para convivir con sus admiradores, firmar autógrafos y compartir instantes de gratitud con quienes lo seguían. Su energía, su sonrisa y su trompeta de campana elevada –regalo del mismísimo Dizzy Gillespie– lo convirtieron en una figura entrañable.
En Joyas Instrumentales lo recordamos no solo por su virtuosismo, sino por esa alegría serena que imprimía en cada nota, en cada melodía que parecía decirnos: la vida, con música, siempre se siente mejor.
Descansa en paz, maestro Mangione. Tu fliscorno sigue resonando en el corazón de quienes te escuchan.
