El pasado 21 de noviembre se cumplieron 8 años de la partida del Profesor Nahúm Genaro Solís Heredia. Aunque la fecha pasó casi inadvertida por las instituciones culturales, su recuerdo y legado siguen vivos en aquellos que lo amaron. Hoy, su legado continúa en nuestro pueblo, y sus recuerdos perduran en cada rincón de Coscomatepec, donde su amor por la cultura local sigue inspirando a nuevas generaciones. En cada paso por el pueblo, se siente la presencia de su pasión, como si aún estuviera aquí, caminando por sus calles, sonriendo con orgullo por su gente.
Una de las frases más entrañables del Profesor Genaro, que resume su profundo amor por Coscomatepec, es: “Quiero dejarle un beso en la frente a mi Coscomatepec porque lo adoro y lo quiero muchísimo”. Estas palabras no solo reflejan su devoción por su tierra, sino también el alma misma de su legado. Al pronunciar esas palabras, el Profesor Genaro no solo expresaba su amor por Coscomatepec, sino también su esperanza de que los coscomatepecanos, como él, jamás olvidaran las raíces que los unen, las historias que los forjan y el territorio que los vio nacer.
El Profesor Genaro, prometió un beso en la frente a su pueblo, una promesa que cumplió con el alma llena de afecto. Ese beso, simbólico y profundo, perdura no solo en la memoria de quienes lo conocieron, sino también en el legado que dejó a través de su obra y sus enseñanzas, que siguen siendo parte esencial de la vida comunitaria.
El Profesor Genaro dedicó su vida a preservar y promover la cultura de Coscomatepec. Nacido en 1933, fue un ferviente defensor de su tierra natal y sus tradiciones. A través de sus obras, como Coscomatepec, arcón de recuerdos y Crónicas y relatos de Coscomatepec, transmitió su amor por el municipio y sus costumbres. Cada palabra escrita por él es un testamento del cariño profundo que sentía por su pueblo, un cariño que nunca se extinguió, incluso en los momentos más difíciles de su vida.
Considerado Tesoro Humano Vivo de Veracruz, fue responsable de la creación de la Casa de Cultura de Coscomatepec, y su impulso permitió que la localidad fuera elevada al rango de “Heroico”. A pesar de los desafíos de salud que enfrentó, su pasión por la enseñanza y la cultura nunca decayó. Su último trabajo, Crónicas y relatos de Coscomatepec, es un testimonio de su incansable labor y de su profundo amor por cada rincón de su tierra. Fue un hombre cuya vida estuvo dedicada a crear puentes entre el pasado y el futuro, conectando generaciones con la historia de Coscomatepec.
Hoy, años después, el eco de su gesto continúa vigente en el pueblo. Las generaciones nuevas siguen escuchando su historia, entendiendo que el verdadero amor hacia la comunidad no se demuestra con grandes gestos, sino con actos cotidianos llenos de entrega. En cada rincón de Coscomatepec, ese beso en la frente es un recordatorio de que, aunque el tiempo pase, las promesas hechas con el corazón siguen viviendo en la memoria colectiva y en la enseñanza de quienes supieron apreciarlo.