En 1972, la Ciudad de México fue testigo de un proyecto único que buscaba cultivar el amor por la música y las artes en las nuevas generaciones: Pilcuicatl – Los Niños que Cantan. Este programa musical, cuyo nombre deriva del náhuatl y significa “los niños que cantan”, reunió a jóvenes talentos de la capital para interpretar canciones que marcaban la vida cotidiana y la identidad cultural mexicana.
Entre los participantes de Pilcuicatl destacaba una niña que, décadas después, llegaría a ser una figura clave en la política nacional: Claudia Sheinbaum, actual presidenta de México. Sheinbaum participó en este proyecto musical junto a su hermano, y a lo largo de los años ha recordado con cariño esta experiencia que, según ella misma ha mencionado, fue fundamental en su formación integral y su conexión con las artes.
Un legado musical.
El programa Pilcuicatl no solo era una plataforma para que los niños demostraran su talento, sino que también fungía como un espacio donde se promovía la educación musical desde una edad temprana. Durante las grabaciones, los niños interpretaban canciones tradicionales mexicanas y latinoamericanas, conectando a las generaciones más jóvenes con su patrimonio cultural. Entre las piezas que cantaban se encontraban temas como “Los días de campo”, una oda a la naturaleza y la vida en el campo, y “Cantos de mi tierra”, que celebra las raíces y la belleza del folclore mexicano.
Transmitido por primera vez en 1977, el programa capturó la atención de muchas familias mexicanas que veían con orgullo cómo sus hijos se desenvolvían en el escenario. La pequeña Claudia Sheinbaum, quien con entusiasmo interpretaba cada una de las canciones, es un claro ejemplo del talento que surgió de este proyecto.
En una publicación en redes sociales, Sheinbaum compartió con sus seguidores un vídeo de esa época, en el que aparece cantando junto a su hermano, recordando con nostalgia su participación en este entrañable programa.
De los escenarios a la política.
Para muchos, la transición de Sheinbaum del mundo artístico al político puede parecer sorprendente, pero ella ha señalado en múltiples ocasiones que la disciplina y los valores que adquirió en su juventud, tanto en su formación musical como académica, fueron cruciales para su posterior desarrollo como líder.
Pilcuicatl se convirtió en un semillero de talento, y aunque la mayoría de los participantes tomaron caminos diferentes, la historia de Claudia Sheinbaum es un testimonio del poder transformador de las artes en la vida de los niños. Su paso por este programa es un recordatorio de que las experiencias culturales en la niñez pueden abrir puertas inesperadas y, en su caso, contribuir a formar una líder nacional.
Hoy, Pilcuicatl no solo es recordado como un proyecto artístico, sino como una pieza clave en la historia personal de la presidenta de México, quien sigue valorando el impacto de la música y las artes en la vida pública.