Era una tarde calurosa, otra vez era llamado a junta de padres para atender algún asunto relacionado con la educación de mi hijo Rodrigo. entre el calor, el trabajo, las prisas por el tiempo, esperaba que terminase pronto la reunión para poder regresar a mis acostumbradas ocupaciones.
Dentro del salón esperaba ya como siempre la maestra Margalucena a todos los padres de familia del 6to “B” el cual era la maestra de grupo, vestida siempre de manera formal, sentada en su escritorio de frente a la puerta desde donde veía claramente que padres de familia habíamos acudido a su llamado y a quienes se les había hecho tarde ¡uff! afortunadamente aun había entrado a tiempo, sino fuese así seguramente me quedaría afuera del portón o algún regaño me llevaría debido a mi falta y posteriormente me dejaría entrar, pero la pena nada me la quitaría.
-Pasen siéntense en el lugar de su hijo, comento, mientras nos entregaba uno a uno la boleta de calificaciones del trimestre.
Caras largas, algunos seños fruncidos, la mirada amenazante de uno que otro papá que indica el famoso “Al rato nos arreglamos” etc, es entonces que con una voz fuerte y decidida exclama esta maestra decana de la educación en Coscomatepec –
– ¿Qué paso díganme cuanto sacamos? pregunta con una sonrisa sugerente y la mirada atenta,
Todo es silencio alrededor, algunos papás murmurando, otros por adelante diciendo algún improperio a la maestra, niños expectantes a la mirada y respuesta del tutor, y es en ese entonces que toma la palabra y empieza a explicarnos lo sucedido en ese primer trayecto del ciclo escolar.
¿Cuántos padres ponemos por delante excusas para no sentarnos por lo menos media hora a revisar como va el trabajo escolar de nuestros hijos? ¿Cuántos de nosotros dedicamos tiempo de calidad para con ellos? ¿Cuántos pensamos que con dar cosas materiales o incluso dinero es suficiente para demostrar “cariño y afecto”? ¿Cuánto tiempo dedican al celular? ¿Con quien hablan? ¿Quiénes son sus amistades? ¿Cuántos decimos “no tener tiempo” para responder preguntas de tarea? ¿ y aplicamos la frase de “Maestra loca ni te puede reprobar”?
Era clara la inexorable conclusión, es mas era una sentencia, los reprobados éramos nosotros, y como negarnos ante tan clara reflexión, si incluso había padres que siempre al tener “ocupaciones” no podían ir a recoger un informe de calificaciones en tan solo 30 min de su “ajustado” tiempo.
La platica se volvía consejo, una mirada que nos veía a todos como una abuela aconsejándonos, a mi que la tuve como directora y maestra y ahora se tomaba parte de su tiempo dando instrucción a mi hijo.
-Rodrigo no me compone su letra, me dijo, mientras el niño asentía con la cabeza, – Créame que lo intenta a estado practicando, le respondí
-No me lo consienta mucho con el teléfono, me respondió, en el fondo sabia que era lo que sucedía.
Siempre atenta, Siempre comprometida, Siempre puntual, si gritaba y mucho, ¿regaños? miles, pero con el paso de los años pude comprender el por que.
Recuerdo aun la platica que tuvimos precisamente hace un año, donde me conto las peripecias con las que fue construyendo su escuela “Jesús Domínguez Rosas”, como hacían las ventas de antojitos para ir construyendo de a poquitos los salones, su profunda admiración por el profesor del cual la escuela lleva su nombre, como fue que se obtuvo su clave, y sobre todo los nombres de los maestros que habian pasado por la escuela, Triano, Yolanda, Ribon, Enrique Rincon, Roberto, Diana, y la siempre presente y entrañable Lidia Ponce Hernández que ademas de ser su amiga le tenia un especial afecto y admiracion.
Era increíble su perfecta memoria, recordaba a sus alumnos, muchos de ellos ahora ya con profesión y que aun la iban a visitar, en especial al Dr Cristian Salcedo Basilio, de quien recordaba sus travesuras pero también su dedicación al estudio.
-A ti siempre te gusto la historia y hablar mucho. Me decía entre risas, -Siempre pregunton, y siempre platicon. me dijo seriamente. – pero es algo que creo ya tenias en la cabeza dedicarte a investigar a ser profesor.
-Créame que si de alguien lo aprendí fue de usted, con eso le dije todo.
Gracias maestra por que si usted no hubiera insistido en la disciplina y los valores muchos de sus alumnos no hubiésemos entendido como es la vida. se va usted de este plano terreno, pero el legado, su huella es imperdible y créame la vamos a extrañar, muchísimo.
Sinceramente, un alumno agradecido.