San Rafael Guízar y Valencia: Obispo de Veracruz y Santo de los pobres.
Hoy, 24 de octubre, celebramos a San Rafael Guízar, uno de los santos más queridos en nuestro estado. Un santo al que los veracruzanos amorosamente hemos adoptado.

Rafael Guízar y Valencia, nació en Cotija, Michoacán, el 26 de abril de 1878, fue ordenado sacerdote en 1901. Su fe fue profunda y su acción incansable. Una vez enviado como Obispo de Veracruz, su misión no se limitó al aspecto espiritual, sino que alcanzó a miles de corazones a través de su dedicación a las ciudades, pero principalmente a los pueblos de su Diócesis, especialmente en tiempos adversos.
San Rafael Guízar y nuestro pueblo, están amorosamente ligados. El llamado “Obispo de los pobres”, llegó muchas veces a Coscomatepec, en este pueblo dió catecismo e impartió los sacramentos a muchos de nuestros paisanos, tuvo numerosos ahijados en nuestra tierra, animó la vocación sacerdotal y acompañó a nuestro pueblo en momentos de sufrimiento: cómo el terremoto de enero de 1920, en el cual el Obispo llegó presuroso a asistir espiritual y moralmente a Coscomatepec.
Hablar de Rafael Guízar, es hablar de un hombre sencillo y bondadoso, pero también de un aliado para el pueblo en las luchas sociales de la época.
Un Obispo en tiempos de la Revolución

Rafael Guízar y Valencia, vivió en tiempos de la Revolución Mexicana, vivió en riesgo constante por la persecución religiosa, a pesar de ello, nunca abandonó su misión. Fue un obispo entre fusiles, su única arma fue su relicario con el que asistía espiritualmente a los heridos de ambos bandos.
Mientras las iglesias eran cerradas y profanadas, él siguió ayudando a los necesitados y administrando los sacramentos en secreto. Su mayor preocupación fue continuar con la formación de sus seminaristas. Construir y mantener el seminario fue una de sus más grandes obras, pues decía “A un Obispo le puede faltar su báculo y su mitra, pero nunca su seminario.”
Muchas fueron las veces que el obispo estuvo a punto de ser detenido por quienes lo perseguían, pero todas las veces logró escapar, algunas veces disfrazado de comerciante, otras veces disfrazado de un doctor “güerito, gordito y de ojos azules”.
La grandeza de su vida no solo fue su labor religiosa, sino su voluntad inquebrantable de mejorar las condiciones de su pueblo. Para San Rafael Guízar, la fe debía ir de la mano con la justicia social. Luchó contra la pobreza de los pueblos con obras cómo la fundación de orfanatos, escuelas y pequeños hospitales. Actos que fueron de gran servicio y amor al prójimo.

El último acto de Amor: una despedida en Silencio
Después de toda una vida al servicio, San Rafael Guízar y Valencia fallecía el 6 de junio de 1938 en la Ciudad de México. A los 60 años no podía soportar el peso de largas jornadas. En sus últimos días no hubo quejas ni lamentos. “Me voy con la conciencia tranquila, porque hasta el último aliento he procurado servir”, mencionó en la sencilla habitación en que se encontraba.
El corazón de Monseñor Rafael Guízar se apagó lentamente, su muerte causó gran dolor en sus fieles, que le acompañaron por miles en su regreso a Xalapa, Veracruz. Fue sepultado y entre las flores que rodeaban su tumba, fue depositado un sencillo ramo traído de un pueblito de la sierra; tenía una dedicatoria: “Al Obispo de los pobres. Él nos conoce”.
Su muerte no fue el final, sino el comienzo de una nueva vida en la memoria de su pueblo, una vida que, aún hoy, sigue inspirando a generaciones de coscomatepecanos.

Hoy, en muchas iglesias de México, se celebra a San Rafael Guízar y Valencia, nuestro pueblo no es la excepción. La capilla del Barrio de la Ocampo celebra con alegría la memoria del santo del cual lleva su nombre, vaya desde aquí nuestra felicitación para los devotos del “Obispo de los pobres” ¡Felicidades a quienes llevan el nombre de Rafael y Rafaela!
¡San Rafael Guízar y Valencia, ruega por nosotros!
¡San Rafael Guízar y Valencia, trae la paz a nuestro pueblo!
